Je fume pendant que je l'amour parce qu'ils aiment embrasser ma peau sur les cendres de mes vices.

Ella teniendonos noche a noche



el amor es tu mano que me lleva a volar cuando me toca
la parte de mí que te pertenece y lame
es tu alma que ardiente ríe
el amor es tu cintura sorteando al sol
blanca y torrente
suave y uña
virgen e impura
el sol es el celo de tu mirada que arde
en envidias cuando me miras
es fuego húmedo en mi cama
el velo desatinado de tus ganas
el amor es tu cuerpo sudado en mi ventana
tus piernas enredando mi lengua
tus labios bajando una y otra vez
gotas de saliva gimiendo en mi piel

vos sos fantasía clandestina y deidad
osado capricho compartiendo su savia
deseo infiel que nunca alcanza
que nunca muere
carne agitada que muerdo sin permiso
mientras ella que nos mira entre las sábanas
soborna el vicio de nuestra ansiedad

Daniela


(Carta de una insolente a otra escrita en algún jardín de Buenos Aires)


Mi Insolente:

Me llenás de alegría cuando me contestás
huelo mis axilas y me vienen recuerdos ocultos, bosquejos de olores transpapelados que guardo debajo de mi cama
que aún mantiene aromas de carmín y rubíes que te adornan...
con tus palabras
que me persiguen por las noches y me toman
y me dejan
y me devuelven el aliento
es mi piel que transpira en cada caricia de tu mirada
Siento florecer el jardín
y su sabor me atrapa


Beso tus labios y juego con tu transparencia
quizá no alcance

Daniela


(Carta de una insolente a otra escrita en algún jardín de Buenos Aires)



Impertinente:

El aire de esta Buenos Aires prostituida de festejos de falsa nieve blanca
aún tiene en algunos rincones el perfume furtivamente oscuro de tu sonrisa impúdica.
Bella, que bueno reencontrarte, recibirte, retenerte, repasarte...
y dibujar sonrisas horizontales y verticales pensándote.
Extrañaba dejarte notas en las bancas de nuestro jardín...
quizás cuando pase la marea de amores que nos arrastran podamos volver a repoblarlo de rosas.

Felicidades impertinente mía!!

Con vos en la oscuridad



Sólo pido que me eduques... que en diarios y panfletos callejeros publiques sin control enajenada y sin juicio... amores que hablen de nosotras, esquiva y salvaje y sin conciencia dispongas amores contentos, inevitables, francos pero sin reglas, impulsivos pero notables amores que hablen de nosotras...

Y me eduques pequeña... que inaugures en cada esquina y en cada espacio vacío de amores, infundados secretos, abolidas lógicas sobre amores que hablen de nosotras y me nombres, renunciando a todo pasado y dispongas íntegros, profundos, incuestionables pero soñados amores que hablen de nosotras...

Y me eduques pequeña y grande... y que grabes en pabellones y paredes de casas quinta, melancólica distinguida y sin ley, leyendas no autorizadas sobre amores que hablen de nosotras, preferentemente leyendas sin preceptos, infantes pero inalterables, impensadas pero sensibles leyendas
y que publiques inaugures y grabes en mi corazón, amores que hablen de nosotras...

Y me eduques pequeña y grande amor... para que sepa amarte y poder narrar así...
amores que hablen de nosotras...


Un adios a flor de piel



Otoño 2008
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¡Porqué no habré traído algo para cubrirme de esta molesta lluvia! -fue lo primero que pensé mientras contemplaba la melancólica apariencia del paisaje, que ante muchos, podría parecer una postal demasiado ordinaria y triste-. 
Tan sólo deberíamos pensar que se trata del otro lado de la alegría, algo demasiado profundo para comprenderlo -susurré a manera de reproche mientras contemplaba el callado juego de las gotas de agua que quedaban atrapadas en el cristal, deformando todo lo que se encontraba del otro lado-. Aquel lado: húmedo y frío, desolador a simple vista, pero que guarda en sus entrañas a la vida misma. 
A pesar del frío, de la aparente soledad, de la lluvia, la simple idea de vida alberga en mí la sensación de una cálida humedad -cálida humedad, cálida humedad, cálida humedad...-. 
No sé porqué me detengo tan impetuosamente en la última frase de mis infantes ideas -que a lo mejor ni tanto- pues la simple mención de dos palabras, embriaga todo mi pensamiento, acentúa por instantes todo lo que siento, recorre mi piel con una exquisita sensación de placer desenfrenado. 
No sólo son dos palabras, es algo más profundo, algo que cala hasta el último rincón de mis recuerdos, de mis emociones, algo que está ahí mismo pero que no sé reconocer. 
Esa plenitud que calma la inquietud de libertad, las sensaciones a flor de piel. 
Cada gota que resbala por el cristal es una partícula de vida ¿porqué no? Acaso no eras para mí la humedad que tanto necesitaba. Tus brazos: el refugio perfecto para alguien que no conoce de sedentarismos y anhela estúpidamente la jaula de su libertad. 
Ahora en mis manos está la vida, cada gota que resbala desaparece entre mis dedos. 
¡Te maté! Y el cielo lloró por mí.

Vos, yo y ellas (Giselle)



Mirando por la ventana el frío paisaje de un callado sur, enredaba mis manos entre las calientes figuras que regalaba la sombra del humo de la chimenea de un cuarto trasero repleto de confusión.
Estabámos con ella, no eramos solamente tú y yo las que flotábamos en la serenidad de una noche de caricias y dedos hechizados por nuestras entrepiernas.
Corazones que palpitaban saboreando el bajo flujo de unos vientres, sed, cinceles de varieté alborotando labios y lenguas entregadas al sabor de unos cuerpos rasgados por  finas uñas dibujando caminos de suaves infidelidades.
Nuestros cuerpos a merced de la lujuria, nuevamente.
Risas, alegrías, una armonía cautiva entregada al deseo tan necesario para sentirnos vivas.
Dos camas vacías y una alfombra que albergaba la debilidad de tres mujeres que se buscaban entre si con  sus dedos húmedos y sus pechos embrujados y más risas y savias encantadas sedientas y hermosas.

Y cerré los ojos y pensé únicamente en vos y que mis brazos te tomaban por la espalda y tu boca besaba solo mis labios y que tu cuello era de mi lengua y tu saliva la mía.
Pensé en nuestro amor ilimitado enarbolando a dos niñas infinitas incapaces de conceder sus sueños a los tabúes de la realidad.
Pensé en tu aliento apretado en mi garganta, en nuestra música encantada y que bailábamos mientras el mar envidiaba nuestras siluetas desnudas bajo la luna. Pensé en cada despedida y en tus lágrimas y en mis manos que no dejaban soltarme de tu cintura. Pensé en nuestros pies descalzos huyendo por aquel angosto camino de ripio sin flores blancas mientras nos buscaban a gritos con sus lenguajes diferentes. Eramos muy niñas ¿te acuerdas?.
Huíamos para no separarnos.
Pensé en que nadie nos encontraría porque eramos niñas enamoradas y como en los cuentos, el final sería feliz y ardiente y por siempre estaríamos juntas, solas, vos y yo.
Pensé en brisas adornando nuestros cuerpos sobre aquella arena de una laguna que te pertencía porque la habíamos bautizado con tu nombre una mañana desnudas y hambrientas de tanto amarnos.
También pensé en aquellas miradas negadas delante de nuestros padres, en esos deseos escondidos tras los muros de la frontera que nos separaban en nuestro idioma, en nuestras banderas diferentes, en nuestro amor, necio y aventurado.
Te pensé conmigo, solas y enamoradas y sin juzgamientos engreídos, infelices que nunca podrán vencer el culto pagano e impetuoso de nuestras pieles.

Y abrí los ojos y dejé de pensarte para estar también con ella a merced de la lujuria, nuevamente, porque así lo marca nuestro destino de invisibles culpas, para seguir teniéndonos.

Vidas paralelas (Giselle)



Sobre el abismo tieso y seducido orgullosas transpiramos
en nuestras caricias lentas colmadas del frío de la deshonra
Nos desvestimos en la suntuosa resaca del rocío
y embusteras nos amamos sin espacio
empalagosas
remilgadas

Tus dedos se congelan mientras me tocas una y otra vez
mesurados nos miran ansiosos los mismos errores
No nos damos cuenta de la comezón de la pubertad
y desmayadas nos amamos sin permiso
indebidas
encandiladas

Nos engañamos para sentirnos fuertes en nuestras pieles
cautivas al tiempo pleno querellante y sudoroso
Lo sabemos desde siempre que no hay final para este amor
y destinadas nos amamos en la lujuriosa indisciplina
semejantes
hermanas

Giselle



si quitasen el borde del mundo
quiero sostemerme en tu piel
sé vos misma como una isla
mi paraíso y mi exilio


Juliana


Muero
no siempre
cuando te siento
cuando me besas
cuando me tocas muero
muero en tu pelo
en tus manos
en tu ombligo
en tu mesita de luz
y muero
cuando miras debajo de mi falda
sonries y te mojas
cuando humedeces tus dedos
y recorres mi entrepierna
cuando bailas desnuda bajo la luna
también muero.
Y no muero cuando te vas
para esperarte

Por siempre mía, tuya.


Estos últimos días me he cobijado en una fe sudada en los aromas de los parques, añorando que existe aquella piel que alcance a percibir el deseo del amor eterno, que lo he debatido, todo lo debato, que lo he vivido, claro que si, con malos y buenos momentos.
Siento que toda experiencia te hace crecer, terca a veces me tropiezo con las mismas situaciones, siempre las mismas y caigo al fondo del mar y luego refloto, queriendo amar todo el mundo, también al cielo.
Es por eso que mi lengua transpira cuando ellas me besan, mientras, miro al cielo pensando en vos.

Giselle



Si pudiera describir con palabras el sentimiento que queda en mí cuando el suspiro de tu voz roza mi alma, serían entonces mis letras las más bellas del universo o este amor tan eterno como prohibido no tendría nada que ocultar, nada que soñar, nada que explicar, es por eso que ni siquiera intento hacerlo.
Callo en el descuido del placer.
Ellas también.

En tus ojos



cuando llueve
el mar devuelve la sal a tus labios
para salvar su humedad
para poder seguir soñando
cuando llueve
el sol se esconde bajo tus axilas
para que sudes
transpires en su primitiva juventud
para que nunca se olvide de tu calor
del nuestro

Gritos en la noche




Siempre seremos salvas mientras nuestros cuerpos iluminen otros cuerpos.
Deja el tuyo, abierto, bajo la luz y zambúllete entre las manos de lo indescifrable.
Entre nosotras.

Tu, ella, yo, nosotras




Nenas
Morir no es intentar de abrazar un final
es calcar en la memoria los cuerpos exhaustos de una noche lujuriosa
Morir no es abrir los labios lentamente y mojarlos
buscando bocas que te salven
Morir en esta noche de acuarelas y pieles
es soñar despierta perpetua de memorias
de nosotras.

Giorgina



Me dibujé en mi cuarto sola.
Y como en entresueños, casi dormida, salí de la cama con la necesidad de escuchar a Janis Joplin, sus melodías, sus pasados, su sensibilidad. Necesitaba de mi música preferida, para sentir.
Mientras el brillo de sus canciones me apoderaba, la imagen de Giorgina se apareció ante mí y enromada en matices, excarcelada y fantasiosa, me hizo despabilar como si hubiera recibido la más bella de sus caricias rendidas.

Volví a la cama y me revolví inquieta imaginándola. Su voz me llegaba tan sonrojada que enloquecía de placer al oirla. Bajé el volumen para sentir a Giorgina más cerca. Un alboroto de calor recorría mi cuerpo desde los dedos de los pies hasta hasta el brote indefenso de la sal de mis labios.
No entendía bien lo que ocurría pero me gustaba. La noche soltaba su calor y me encontraba empapada, totalmente mojada en ella, en Giorgina.

Mi cuerpo, suelto, ermitaño, pedía que me toque, que aplacara mis sed, que dibuje con sus dedos su paz en mi boca. Mientras la buscaba, mis piernas se abrían y se cerraban, ceñía mis muslos y mi cintura acompañaba la música moviéndome entre el recelo vago de su sombra. Caliente, me abrazaba a sus entrañas y su voz. Sus manos, me conmovían hasta la profundidad más deseada de mi vientre.

Unas apuradas lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas mientras sonaba la música de Janis tan sensual y ficcionada que parecía que era Giorgina la que cantaba.
Mis manos desfallecían, mi rostro temblaba en su espalda y tanto placer me hizo terminar, en sus notas. Giorgina, misteriosa, salvaje, temblorosa, sacando fuerzas de mi desmayo, finalizó su canción con una última estrofa, un simple beso, asombrada, sudada y sintiendo el placer de comprender mis caprichos en medio de cualquier noche, una noche que no transforma una verdad por siempre.

Faldas.




Sembraste deseos debajo de tu falda y tus manos, lentas, acariciaron aquel paisaje que alguna vez, sola, imaginaste.
Te atreviste mujer.
Encendiste tu sangre para que tus ángeles murmuren, sonrojados, en sus cielos, todo lo que aprenderán sobre el templo de nuestros placeres.
Nos atrevimos, mujer.

Juguemos con la vida


Intento despertarme por tu llanto limpio, por el disparatado delirio de tu olor, por el apetito de decenas de luciérnagas sudando al borde de mi cama, por tus caricias. Me baño junto a vos en la catarata de tus tibias aguas comiendo de tus axilas que me confiesan, extrañar cada espacio de mi lengua.


Camino por mi cuarto disolviendo mis rodillas, enrojeciéndolas, acomodando mis manos en la manía de tu piel gigante. En la alfombra invento un charco con tu savia.
Bajo mi boca, y te lamo mientras bosteza la luna.
Erguida, escucho el latido de un corazón, el tuyo, que juega con el placer de mi diminuto desorden que con sus garras me devora autorizando hasta el más mínimo de mis deseos.
Te devoro en el reverso de tu ombligo mientras me como hasta la última de tus vértebras rompiendo el silencio de mi cama, que transpira. Transpiro.
La luna me observa y ruge en un placer que comienza a envidiar. Mientras me mira saborea la noche que no pensaba compartir con nosotras.
Un golpe inquieto en la puerta de mi habitación deja que me despierte. Tu voz se transforma en vos y dejo de soñar para tenerte, como siempre.
La luna medita por un instante, se regocija, y decide juguetear con nosotras en este momento verdadero.
Jugar de a tres, como más nos gusta.

Giorgina



Primavera 2002

El amor es viento
el cual nos roza a todas
y no se posa en nadie,
tan solo nos recuerda de que existe,
en vos, en mí... en nosotras.

Giselle


Invierno 2000

El amor es distraído, a veces,
seduce y engaña sin darse cuenta,
resplandece con su luz
pequeños y tiernos momentos
para luego,
oscurecer
tiempos incalculables.

Juliana


Verano 2002

¡El amor es!
No sé, un capricho, una fantasía, un crujido, una locura penetrante,
una trampa que nos invade milagrosamente, un instante rebelde en pieles,
sos vos, yo, una tercera y un enredo, no sé, realmente no sé.
Considero que por hoy ya es bastante por ser simplemente una mujer.
Necesito sumergirme en mis propias profundidades y en la tuyas... en las de ella.
Lo mejor será seguir amándonos.

Todo pasa


Legislativas 2009


No tengo ganas de ver a nadie. Me pasé todo el fin de semana sola, asomando la nariz a la calle sólo por necesidad un par de veces, hablando desde el celular que me dejó mi novia con mamá, y chateando con Marisa y Laura. Gracias a la gripe porcina no fuí a laburar, y encima llueve mucho. En la heladera tengo comida para un par de días, así que por mí, que siga lloviendo nomás.

El jueves fui a visitar a Camila. En el micro, dos asientos mas adelante de donde yo estaba sentada alguien tose. Los que están cerca no saben muy bien que hacer: una mujer parada en el pasillo pone cara de resignación; el que está, pasillo por medio, en la misma fila de butacas que yo, parece haber visto al enemigo más temido; la mujer que está a mi lado saca un pañuelo de la cartera y se lo pone en la boca. Un virus más y la poca cordura que nos queda se nos va al carajo.

Lunes 29 de Junio 2009, día después de las elecciones. Lleno un formulario del seguro de la moto. En Estado Civil pongo "Montonera y lesbiana". No entrego el formulario, los mando a la mierda y me voy.

Nada es lo que parece. Es lo que es.



Hubo una vez dos nenas que se amaban.
Crecieron y hoy, están juntas... con ella.